Belgica con niños. Domaine de Chevetogne

Hemos visitado Bélgica tantas veces, que cada vez que vamos nos cuesta encontrar algo nuevo que nos sorprenda. En esta ocasión, la Domaine de Chevetogne nos dejó con la boca abierta.
https://www.domainedechevetogne.be/


Nos cuentan que es una finca natural con múltiples usos y que nuestra visita coincide con el Festival del Cerdo de Walonia... así que para allá que fuimos.

Aunque investigamos por internet, no teníamos muy claro qué nos íbamos a encontrar allí... una finca, un lago, alquiler de barcas, un festival, música en directo, actividades deportivas... y entre todo ese batiburrillo se supone que había una feria de la carne de cerdo... bueno, vale. 

Chevetogne está a 45 km al sur de Namur y a 23 km al este de Dinant.
La finca está en medio de  bosques y praderas, llegamos desde Namur en poco más de media hora. La entrada cuesta 10 € por persona y  nos explican que la entrada da derecho a hacer uso de todas las instalaciones, nos indican donde debemos aparcar el coche y ya de primeras, vemos que hay muchísima gente aparcando y muchísimo ambiente.

Lo primero que ve mi hija son las colchonetas. El precio está incluido en la entrada y se tira un buen rato dando brincos.


A nuestro alrededor hay corrales con cochinillos  y animales de granja y una hilera de carpas con productos de alimentación donde nos dan a degustar todo tipo de patés, embutidos, quesos, bebidas y dulces. Estamos en pleno festival del cerdo!!



 En varios puntos hay música en directo y zonas de mesas para comer, así que puedes recorrer los puestos e ir comprándote la comida que te apetezca. También hay varios restaurantes.




Pasamos un buen rato recorriendo la feria, probando diferentes cosas, escuchando música, tomando unas cervezas y comiendo al sol. Mientras la niña se lo pasa en grande viendo los animales de granja y con las diferentes actividades de la feria.



Nos toca recorrer la Domaine, y nos llevamos la grata sorpresa de que este lugar es... mágico. Las 600 hectáreas del parque incluyen numerosos y originales jardines, que parecen el paraíso. Nosotros empezamos por las praderas y el jardín de la explanada. Donde la niña corre por los prados mientras nosotros fotografiamos las flores y disfrutamos de las vistas. El sitio es maravilloso y hace un soleado día de octubre.


En una zona del jardín hay representaciones de cuadros de artistas belgas, y una zona de mesas de madera con el cartel de "zona de pintores", para quien quiera sentarse a pintar inspirado por la belleza del jardín.



Lo siguiente que descubrimos es una zona de juegos llena de columpios con formas de setas, casitas de hadas,  fuertes de madera, pirámides para escalar y toboganes escondidos entre los árboles. A mi hija le entra la locura y ya de paso, nos desmadramos todos y nos tiramos por los toboganes, trepamos por las cuerdas de la pirámide...



Hacemos una pausa para una cerveza en la terraza de una de las cervecerías que hay en el parque, Pause de Noe, y nos la tomamos al sol, tan a gusto, mientras la niña corre de columpio en columpio.  Este sitio es el paraíso de los niños, y eso que aún nos queda mucho por ver. 

Nuestra siguiente parada es  el mini golf. También está incluido en el precio, y nos dan los palos, las pelotas y un tablero donde podemos ir anotando las puntuaciones. Hay muchos circuitos diferentes y lo pasamos en grande tanto la niña como los mayores. 



Continuando la visita nos sorprende el Jardín de L´Arche de Noe, con figuras de animales donde los niños pueden trepar para jugar y una gran figura de madera del arca de Noe flotando en el estanque.

 


También hay un trenecito rojo que recorre el parque y que también está incluido en la entrada, pero preferíamos pasear. 

El paisaje cambia y te internas a través de un sendero en un bosque mágico, por el que llegas a unas misteriosas cabañas que parecen salidas de El Señor de los Anillos. 



Siguiendo las indicaciones damos un largo paseo por este bosque encantado cruzándonos de vez en cuando con un riachuelo, un puente, una cascada que cae a un estanque en el que beben unicornios de metal, observatorios y cabañas de madera encaramados a los árboles...



Hasta que llegamos al lago, con sus bonitas estructuras de madera y pagodas asomando al agua.


En el lago hay paseos en barca que también incluye la entrada, así que pedimos cita, nos dicen a qué hora nos toca, y nos ponemos los chalecos salvavidas preparados para el abordaje. Nos parece maravilloso que todo esté incluido en el precio de la entrada y puedas disfrutar de ello el tiempo que quieras. Además allí nos dicen que en verano, también hay varias piscinas abiertas y que puedes ir alternando el parque con el baño. Nos parece una idea genial y prometemos volver en verano.

El paseo en barca es muy agradable, el lago no es muy grande, pero es precioso, con los arboles con los colores del otoño, los embarcaderos de madera y los patos que se acercan a la barca a curiosear si llevamos comida.



El sol casi se está poniendo y se nos acaba el tiempo. Así que aunque nos quedan zonas del parque por recorrer, comenzamos la subida a través de los senderos hasta la entrada principal, donde apuramos nuestros últimos minutos tomando una última cerveza en la carpa principal del festival, mientras escuchamos la música en directo.



Nosotros nos tenemos que marchar, pero en la Domaine hay una amplia variedad de opciones de alojamiento: acampada, chalets, cabañas, hotel... echar un vistazo en su web.

Nos hemos enamorado de la Domaine de Chevetogne, y repetiremos seguro.



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