Diario de IRLANDA, la isla esmeralda

Diario de viaje, Irlanda.
18 - 28 de Mayo de 2007
Joaquin y Miriam

Viernes 18
Llegamos al aeropuerto de Dublín a las 6:00, recogimos el coche de alquiler en las oficinas de Atlas (230 € con seguro a todo riesgo sin franquicia) y comenzamos la gran aventura.

 Entramos directamente en Dublín, y tras la tensión del principio, nos adaptamos bastante bien al lado izquierdo, además no nos costó nada encontrar el hotel. 

Llegamos al Lyndon House a las 8, en Gardiner Place (https://www.lyndonhouse.net/ ). La habitación era pequeña, pero completa y muy acogedora, igual que el baño, y nos dejaron preparada una mesita con todo lo necesario para preparar te o café.







 En el mismo hotel, el personal, que era super agradable, nos recomendaron cenar en O, Sheas Pub, en Gardiner St esquina con Talbot St https://osheasoftalbotstreet.com/, y fue todo un descubrimiento:  cenamos genial, con velas y música tradicional irlandesa en directo.


Entrecot con guarnición y magret de pato con puré de patatas, cervezas y tartas, 22 € p/p.



Ansiosos por descubrir la ciudad, dimos un paseo nocturno por el centro, cruzamos los puentes del Liffey, visitamos a Molly Malone,  y tuvimos nuestro primer contacto con Temple Bar... nos encantó.

Temple Bar es uno de los barrios más antiguos y carismáticos de Dublin, famoso por sus pubs y su ambiente nocturno. Y la verdad que engancha, pues la mayoría de los pubs tienen un ambiente distinto a lo que conocemos por aquí, sobre todo por su música en directo, muchas veces, tocada con instrumentos tradicionales.

 En Temple Bar St, cerca de la plaza, Pub Quays fue de los que más nos gustó, con un ambiente genial. Escuchamos música en directo y bailamos y cantamos con la gente del bar hasta que nos pudo el cansancio.https://quaysdublin.ie/




Sábado 19
Primer desayuno irlandés!!!


Nos organizamos para hacer un recorrido lo más completo posible ya que sólo tenemos un día: empezamos por Moore St y Henry St, donde por las mañanas está el mercado con sus puestos callejeros y tiendas tradicionales.


 O´Connel St y the Spire.



El Trinity College nos encantó. La universidad más antigua de Irlanda (y una de las más antiguas del mundo, ya que la estableció la reina Isabel I en 1592) es un verdadero oasis en medio de la ciudad. El campus es grande, abierto, lleno de jardines y rodeados de eficicios del siglo 18.


Nos escabullimos entre los edificios entrando en cada puerta abierta que veíamos para ver las clases por dentro y las salas de lectura, de descanso, de debates, etc. No os lo perdáis, merece la pena verlo por dentro y en ningún momento nos cortaron el paso, nos movimos como Pedro por su casa de aula en aula.


Queríamos  ver el Book of Kells y la biblioteca,  pero había más de dos horas de cola, así que decidimos seguimos con nuestro tour.


 Atravesamos el campus hasta Westland Row y bajamos a Merrion Square, un parque muy bonito donde está la estatua de Oscar Wilde. Este parque se construyó como privado, utilizado solo por los vecinos, personas pudientes que se trasladaron a las encantadoras casas de estilo georgiano que rodean el parque. No lo hicieron parque público hasta los años setenta.
Como curiosidad, el parque tiene las farolas de gas originales y una colección de esculturas, entre las que destaca la de Oscar Wilde, uno de los vecinos más ilustres (su casa está junto a una de las entradas del parque).



 Bajamos Merrion St Uppr viendo edificios históricos y entramos en St Stephens green, dedicamos un buen rato a pasear y estar sentados en la hierva, viendo el lago.
St Stephens Green es el parque público  más antiguo de Irlanda, rediseñado en estilo victoriano en el siglo 19, con amplias praderas verdes y un lago, hogar de patos y cisnes.
Como hace sol, el parque tiene mucho ambiente y está lleno de gente.



 Salimos por Fusiliers Arch a Grafton St, una calle comercial de las más concurridas de la ciudad.


Visitamos el centro comercial Stephen´s shopping, realmente sorprendente por dentro, con una arquitectura única.



 En Stephen St paramos en el Pub Hairy Lemon a tomar unas pintas, y nos gustó tanto el sitio y el ambiente que finalmente nos quedamos a comer: arroz tailandés con pollo braseado y guiso de cordero, todo riquísimo, 15 € p/p.







 Tras la comida descansamos tumbados en la hierva frente a la catedral de St Patrick, aprovechando que el tiempo acompaña y hay un precioso cielo azul. 

Esta Catedral, en honor al patrón de Irlanda, se levantó junto al pozo donde el santo bautizó a los conversos alrededor del año 450. La entrada a las iglesias y catedrales de Dublin es cara, así que nosotros decidimos de antemano solo visitarlas por fuera, al tener poco tiempo para dedicarle a la ciudad.


 St Patrick es bonita, pero nos gustó mucho más St Christ church, la segunda iglesia más importante de la ciudad que comenzó siendo un tempo de madera creado por un rey vikingo en 1038.



Junto a esta iglesia está el centro de Patrimonio Cultural Dublinia, una exposición sobre la historia de la ciudad.  Especialmente recomendado si vas con niños, está todo montado un poco para ellos, pero aún así es muy interesante por que además te ayuda a entender la ciudad.
 
 Descubrirás su pasado vikingo, cómo era la vida en la época medieval, y qué sucesos de la historia formaron la ciudad que es hoy en día. A nosotros nos gustó mucho, pero os recomiendo investigar un poco por internet para saber lo que hay dentro y no desilusionaros, pues algunos viajeros me han confesado que a ellos lo de los maniquíes y las maquetas no les gustó demasiado.


También tiene un mirador con bonitas vistas de la ciudad incluido en el precio, desde lo alto De la Torre De la Iglesia.



Paseamos junto a las murallas y la puerta de St Audoens, junto al río y los puentes,  echamos un vistazo por fuera al castillo y al city hall, y de vuelta al hotel a descansar y darnos una duchita, que el cuerpo nos lo pide.



 En el hotel  habíamos comentado por la mañana que era nuestro aniversario de bodas y que habíamos ido a Dublín a celebrarlo, y cuando volvimos a la habitación por la tarde nos encontramos con una botella de champan, una tarjeta de felicitación y una maceta con tulipanes. Nos pareció todo un detallazo.

 Más descansados salimos dispuestos a disfrutar de las famosas noches de Dublín.  Desde el hotel a  la calle O´Connel teníamos solo quince minutos andando y a Joaquín le apetecía  repetir en O´Sheas, pero estaba lleno, había que esperar y decidimos probar suerte en otro sitio.

Caminamos hasta  Temple bar y cenamos fenomenal en The Shack, en Essex St east (http://www.shackrestaurant.ie).  Un pub tradicional con sillones de cuero y terciopelo, con música en directo.
La comida y el ambiente de los pubs es genial.




Luego volvimos a bailar a Quays, donde otro grupo de musica tradicional  animaba al público a dar palmas y cantar.

 Nos encanta el ambiente nocturno de Temple Bar, enseguida te ves participando en las canciones aunque no te sepas la letra, tarareando el estribillo de Wild Rose, Molly Malone, Danny Boy... y dando palmas en Wild rover. 
Aunque estas canciones no te suenen de nada antes de viajar a Irlanda, volverás conociendo los estribillos de todas y emocionándote cada vez que las escuches.





Domingo 20

Dejamos el Lyndon House temprano tras el abundante desayuno, y nos despedimos de las agradables chicas de recepción.
Tenemos muchas ganas de recorrer Irlanda pero llevamos una sensación agridulce al salir de Dublin… no es la ciudad más bonita que hemos visto, ni la que tiene mejores monumentos, pero sin duda es una ciudad que te llega al corazón. Nos vamos con una pizca de tristeza mientras cogemos la R117 dirección Powerscourt.

Llegamos a la Hacienda Powerscourt, construida en 1741 imitando las villas del renacimiento italiano en Wicklow,  a las 11 de la mañana tras perdernos por primera vez por las carreteras provinciales ( y no por última, claro).
Sacamos las entradas (7.50€ p/p) y nos quedamos boquiabiertos al ver los impresionantes jardines por primera vez. Son pura fantasía.

Desde la terraza de piedra, una imagen de proporciones épicas se extiende como una pintura del siglo XIX. Las terrazas de hierva verde rodean la escalera que desciende en cascada hasta el lago del Tritón, salpicado de nenúfares y flanqueado por un par de caballos alados.


 Te sientes como una reina mientras bajas la escalinata hasta los caballos alados que custodian el lago, casi puedes oír el siseo de los vestidos de época bajando lo escalones.


La Hacienda incluye algunas sorpresas en su interior: el jardín japonés, el cementerio de mascotas, los jardines italianos, la rosaleda, el jardín culinario, la torre de la pimienta, la destilería... Dedicamos dos horas más o menos a recorrer los distintos jardines y paseos, caminando entre pagodas y valles arbolados, con los rododendros en flor.



 Y de vuelta en el coche, tomamos la R755 en dirección a Glendalough, parando en el camino a comer en un deli de comida para llevar en la misma carretera, el The Cottage food, que tenía unas agradables mesitas en el borde del camino, al sol.

En Glendalough, nos topamos en la oficina de atención al visitante con un irlandes encantador que habla español y adora Galicia y las gambas a la plancha, que  nos dio un montón de indicaciones no sólo para recorrer y disfrutar el valle, si no también para el resto del día.


Glendalough es justamente lo que esperas de Irlanda, es ese típico paisaje de postal pintado de verde brillante, con las aguas cristalinas del río, las montañas, las ruinas y cruces celtas... y los lagos, por que eso es exactamente lo que significa Glendalough: valle de los lagos.  




Hicimos la ruta indicada para ver las ruinas, los dos lagos y la cascada, en medio de un paisaje de ensueño. Hacía un día estupendo, así que las explanadas junto al lago grande estaban repletas de familias de picnic.


 El paisaje es abrumador y tenemos la sensación de estar enamorándonos de este lugar… sensación que nos acompañará durante todo nuestro viaje por la isla.

Continuamos carretera por la R756 hasta Hollywood, donde enlazamos con la N81, paramos en Baltinglass para ver la Abadía 


y un poco más adelante el Dolmen de Browneshill, ya en la R726 una milla antes de Carlow. 

Llegamos a Kilkenny a tiempo de pasear de día por los jardines del castillo. Nos alojamos en Avila House, en kilkenny, 65 € habitación doble (http://homepage.eircom.net/~avilakilkenny/). 

Aunque está a un paseito de 20 minutos del centro, la habitación es genial. También teníamos bandejita para preparar té, cosa que debe ser muy típico por que nos la pusieron en casi todas las casas. 
Además la dueña, Breda, nos atendió maravillosamente. 

Nos acercamos al impresionante castillo de Kilkenny y lo recorremos por fuera. Se nos ha hecho tarde para entrar, pero el paseo por los jardines exteriores es totalmente imprescindible.









Apuramos la tarde recorriendo el centro del pueblo, con fachadas típicas y callejones pintorescos hasta el anochecer. 
Por recomendación de Breda, nos vamos a cenar en Marble City, en Kieran St, donde cenamos muy bien . -Reviews-The_Marble_City_Bar-Kilkenny_County_Kilkenny.html



Justo en frente, en el Kyteler´s Inn había música en directo y ambiente típico.



Lunes 21

Desayunamos genial acompañados de Breda, quien tras servirnos el contundente desayuno irlandés se sentó con nosotros a charlar un buen rato y atendió todas nuestras preguntas sobre costumbres y vida en el país.

Luego cogimos R693 hasta N8, en Kilrush paramos a fotografiar una preciosa granja con un molino de madera rodeado de vacas. 




Fuimos hasta Cashel, donde a parte del impresionante castillo, el pueblo tiene mucho encanto. 





Dedicamos un ratito de relax tirados al sol en la hierba, en el castillo, junto al cementerio, donde las vistas son indescriptibles y tomamos un refresco en la casita rosa frente al parking, Granny´s Kitchen, en el jardín. 


Continuamos por la N8 hasta Cork. Aparcamos en un garaje junto a la oficina de información, en Grand Parade y en la oficina de información nos indicaron un gran recorrido que nos llevó demasiado tiempo y no mereció la pena. Lo más bonito de Cork: St Finbarre´s Catedral y el University College, que son preciosos. 




No está mal el Fitzgerald Park y su paseo por el río Lee. 
Olvidaos de la zona antigua del norte, no es antigua, si no vieja, y no tiene nada destacable. La zona comercial cerca de la oficina de información también es bastante típica, llena de fachadas de colores y de pubs. 

Salimos de Cork por la N22 hasta killarney, parando a hacer unas fotos en Macroon, donde el castillo y la zona del río nos sorprendieron. Y algunos otros pueblos pintorescos que vamos viendo desde el coche, 



Ya en killarney probamos suerte en varias casas, pero todas estaban ocupadas, tras varias vueltas encontramos una preciosa, Sunny Bank, justo frente al Outlet Centre (http://www.stayatsunnybank.com), 65 €. Por recomendación del señor de la casa, muy amable y simpático, cenamos de maravilla en Murphys, un pub muy típico, donde probé la Seafood Chowder, una especie de sopa de pescado y marisco con nata, que me encantó. 




Después de la cena cambiamos de zona en el pub y empezó la música en directo y terminamos la noche con unas pintas y unos cafés irlandeses aplaudiendo al grupo encantados de la vida.
Martes 22
Empezamos el Ring of Kerry por el parque nacional de Killarney. Todo el parque es en sí una maravilla y aunque la mañana comenzó algo brumosa, disfrutamos de las mágicas vistas. 


Primera parada Ross Castle y Ross Bay, no podíamos parar de hacer fotos: del castillo, del lago, de las islas de enfrente, del riachuelo sembrado de barquitas de colores, de los patos y cisnes… nos ofrecieron un paseo en barca y regatearon al vernos reacios, pero lloviznaba y no nos pareció lo más aconsejable. 

Siguiendo las sabias recomendaciones de ese forero consejero particular de irlanda (Alfredo), no entramos en el castillo para aprovechar mejor el tiempo.
 Continuamos hasta Mukross Abbey, donde vimos boquiabiertos ciervos rojos a muy poca distancia, queríamos seguir caminando el sendero hasta la mansión, pero nos interceptaron por el camino para ofrecernos un paseo en carro de caballos. Nos pidieron 50 €, y nos dio la risa, claro. Varios hombres nos persiguieron regateando: 45€, 40, 35… pasamos de ellos y mientras empezábamos el camino y llovía de nuevo, uno de los hombres continuó detrás nuestro explicándonos que no tenía nada que hacer por que mientras llovía nadie iba a visitar el parque… acordamos que nos llevara a la mansión por 20 € y regresaríamos caminando. Ni que decir que nos alegramos inmensamente por que el camino era largísimo y además el hombre, con la amabilidad irlandesa característica, fue todo el camino explicándonos cosas sobre el parque, la flora y la fauna, enseñándonos rincones donde parar a hacer unas fotos. 


Al llegar a la casa se ofreció a esperarnos veinte minutos mientras dábamos un paseo por los alrededores y luego nos llevó de regreso al coche. 






Sin duda, fue uno de los momentos más bonitos del día. Ya de vuelta en la carretera, hicimos varias paradas más sin dejar de sorprendernos de encontrar ciervos cerca de la carretera, paramos para ver la Torc Waterfall,



 y continuamos por la N71 parando en los miradores para disfrutar las vistas de los lagos. En Ladies Wiew y Moll´s Gap las vistas son espectaculares. 


Ya cerca de la costa, Sneem nos pareció muy típico, aunque pequeño, y mientras se cerraba la niebla, nos acercamos hasta Waterville, donde comimos en una panadería-cafetería de la calle principal. Toda la comida nos pasamos protestando por el cambio de tiempo.



 La niebla nos dio una tregua y vimos la bella bahía de Ballinskellings, pero la tregua duró poco, así que descartamos la idea de desviarnos a ver las skelling… total, para ver niebla. 



Antes de llegar a Cahersiveen nos desviamos por un caminucho hasta el ferry de Isla Valentia para ver el paisaje y hacer unas fotos. 


Siguiente parada pasado Glenbeigh, en Kerry Bog Village, un curioso museo que muestra la vida en este pueblo a principios de siglo 19. No es que sea gran cosa, pero nos gustó integrarnos con la historia. 






Al llegar a Tralee teníamos dos opciones: ir a Dingle a First Cottage, una casa recomendada y aprovechar el día siguiente recorriendo la península, o continuar un poco al norte, a una casa que nos había gustado mucho por internet y que nos facilitaba seguir con la ruta marcada. 



 



Optamos por la segunda opción, llegamos a Ballylongford por la N69 sobre las siete y media, compramos unas cervezas en un pub y nos desplazamos hasta Carrig islad, un islote al que se accede por un estrecho puente y donde lo único que hay es la Castleview House, 56€. (http://www.castleviewhouse.com/


Nuestra habitación tenía preciosas vistas de la marisma y del Carrigafoyle Castle. En la misma casa nos ofrecieron una cena completa y riquísima (20€ p/p). Esperamos a la cena viendo atardecer en el jardín, con las maravillosas vistas frente a nosotros, mientras nos tomábamos las cervezas. 

Cenamos pronto con los otros dos huéspedes de la casa, un padre y un hijo franceses que iban a jugar al golf y nos dieron las doce de charla, en una amena conversación en un improvisado francospanglish que demostró una vez más, la increíble capacidad de comunicación del ser humano.




Miércoles 23
Tras otro gran desayuno irlandés nos desplazamos a Tarbert para coger el ferry, nos encantó la experiencia. Aunque el viaje solo dura 30 minutos (y es increíblemente barato), subimos a la primera planta del ferry y vimos como se alejaba de una costa y se acercaba a la otra con el melancólico paisaje frente a nosotros. 




Seguimos una ruta preciosa por la N67 haciendo parada en Kilkee para ver la playa y los acantilados y en Lahinch, con un inolvidable olor a pueblo de pescadores. 


Llegamos a los Cliffs a la una, con una niebla tan espesa que no veíamos ni la carretera. No se nos ocurrió otra cosa que hacer tiempo en Doolin, tomando unas pintas en un pub, finalmente como la niebla seguía tan persistente decidimos comer allí. 

A las 2:30 la niebla había subido y fuimos corriendo de vuelta, felices de que en la costa se veían las islas Aran, pero por mucha prisa que nos dimos, al aparcar el coche la niebla había vuelto a cerrarse. 

Dos horas enteras esperamos en los Cliffs of Moher, ansiosos de que el clima nos diera un respiro, pero no.


 Tomamos café, dimos un paseo, nos quedamos medio dormidos en un banco… pero nada, aquello era como lo de unir los puntos: por allí parece que se ve el principio, por allí parece que se ve un poco más, deben de ser mas o menos… en fin, que terminamos por hacernos una foto frente al mural del centro de atención al visitante, como hacía el resto de guiris. 

Totalmente decepcionados continuamos a Kilfenora, donde nos indicaron la mejor ruta para ver el paisaje de The Burren. 














Cogimos la R480 para ver el Leamaneh Castle, el Ring Fort y el Poulnabrone dolmen, donde aprovechamos para pasear entre las calizas.


 Nos encantó la zona, a pesar de lo árido que parece, por que es tan diferente de todo lo que has visto.

 Por la N67 llegamos directamente a Galway, viendo desde la carretera el Dunguaire Castle, en una bonita bahía. 

Llegamos a Galway a las 6 y pillamos la oficina de turismo cerrada. Localizamos la Collage Road, justo frente a la OT, donde hay una docena de B&B, y elegimos el peor de todos: el Lynfield house (55€). Para empezar, la dueña era una chica joven muy estúpida y antipática (que no debía ser irlandesa por que no le encontramos otra explicación), la habitación no estaba mal, pero la tía rácana no nos dejó ni papel higiénico ni una triste pastilla de jabón para las manos (cosas básicas que no faltaban en ninguna de las otras casas). Y ni que decir de la bandejita para preparar té. No se lo recomiendo a nadie. 

Por lo menos estaba cerca del centro y en cinco minutos estábamos disfrutando de Galway, que nos pareció preciosa, sobre todo las calles peatonales y la zona del Arco Español. 

Vimos emocionados la final de la copa de Europa rodeados de hinchas del Liverpool, ojala hubiera ganado, la celebración hubiera sido tremenda.


Jueves 24
El desayuno más triste del mundo: nada de desayuno irlandés, una tostada tiesa partida por la mitad y un café… la chica seguía sumando puntos. Ni nos dijo adiós cuando nos fuimos, solo miró de soslayo a ver si habíamos dejado la llave de la habitación.

 Se nos olvidó enseguida por que la ruta por la N59 (que Esther, una encantadora sevillana que trabaja en la oficina de turismo de Galway nos recomendó) era preciosa. 






Lagos y campos de pasto se extendían a izquierda y derecha de la carretera, a cada cual más bonito. Hacía muy mal tiempo, y la bruma no nos dejó sacar buenas fotos, así que nos esforzamos para gravar aquella maravilla en nuestra memoria. 


Paramos a ver el Aughnanure Castle y en Oughterard nos desviamos a ver el lago Corrib. 

Nos sentamos un rato en un embarcadero privado para disfrutar de las vistas y cuando la dueña se acercó muy amable a saludarnos, disimulamos un poco preguntándole por una dirección. 

Nos desviamos por la R341 y disfrutamos tanto como la niebla nos lo permitió un paisaje de lagos a derecha y mar a izquierda.

 Hicimos una parada en Roundstone, las fotos de los pescadores faenando en sus barcas son geniales, tomamos unas pintas en un pub de la calle principal, que nos gustó muchísimo y nos pareció muy pintoresco. 

Nos planteamos comer allí pero era pronto y teníamos mucho camino por delante. 


En Letterfrack comimos en Molly´s Bar cordero con puré de patatas, para chuparse los dedos y para bajar la comilona entramos en el parque nacional de Connemara, aunque como hacía mal tiempo y parecía a punto de caer el diluvio universal, hicimos la ruta corta.
 Bonitas vistas, caballos y cabras montesas. 


Kylemore Abbey nos dejó boquiabiertos desde que apareció frente a nuestros ojos. 


 Aparcamos el coche y corrimos como niños hacia la entrada, donde nos quedamos embobados durante un buen rato, saliendo de nuestro embelesamiento solo para quejarnos del precio de las entradas: 12 € por persona!!! Menudo robo, por muy bonita que sea por dentro… ¿será más impresionante que por fuera? No entramos, decidimos quedarnos un rato más haciendo fotos desde fuera. 


Recorrimos el fiordo de Killary en coche y paramos en Westport a dar un paseo y tomar un café y un trozo de tarta de limón en Curry´s Cottage. 



Y a Sligo del tirón. Encontramos alojamiento en Tree Tops (http://www.sligobandb.com/ ), una casa preciosa con una habitación de película y una señora encantadora y cariñosa que nos quitó el mal sabor de boca de la tonta de Galway. Nos pidió 70 € por la habitación, pero cuando nos vio titubear nos explicó amablemente que no le importaba dejárnoslo en 60€ si nos gustaba la casa. Nos faltó dar palmas con las orejas. 


Paseamos por Sligo y cenamos unas hamburguesas gigantes en un pub de la calle Thomas, casi en frente del Court House






Viernes 25


Desayunamos como campeones en un saloncito con vistas al jardín, un tazón de macedonia de fruta y frutos secos, tostadas, huevos, bacon, salchichas, café, zumo…


Con las pilas bien puestas visitamos por la R286 el lago Gill y Parke´s Castle, que nos gustaron mucho a pesar de que los maniquíes que figuraban como la familia del castillo eran un poco cutres.





 Sin contar con que yo me di un susto de muerte al abrir la puerta y encontrarme en la penumbra todos esos muñecos mirándome.



 Seguimos la N15 hasta Donegal, donde paseamos por el centro y visitamos el castillo, que es espectacular. Es que nosotros no nos cansamos de ver castillos. 


Queríamos ver los acantilados de Donegal, ya que ese día por fin teníamos suerte con el tiempo, así que tomamos la N56, enlazamos con la R263 hasta Carric y desde allí a Teelin, donde vimos las indicaciones a los Cliffs. 



La anécdota del día: al llegar al camino vimos una valla blanca cerrada con un cartel de metal donde habían escrito con rotulador algo así como “pulse el botón para entrar y luego cierre la puerta, por favor”, me bajé del coche para pulsar el botón toda decidida y me encontré con una cuerda de esparto atada a un palo, que es lo único que mantenía la puerta cerrada. Tras el ataque de risa y la foto para inmortalizar el cartel, entramos. 

Se puede subir el coche hasta el final, pero vas medio camino sin respirar por que la carretera es de doble sentido, solo cabe un coche, en muchos tramos no ves si viene alguien de frente o no y para colmo, casi todo el camino tienes un acantilado de la leche a medio metro de tu coche. A mi casi me da un ataque de ansiedad. Pero lo cierto es que para hacerlo andando es una paliza. 


El paisaje precioso y los acantilados impresionantes, además hacía mucho sol así que conseguimos resarcirnos del chasco de Moher. 



Comimos en Carric en un pub, donde se hablaba gaélico, genial como siempre. 


 Visitamos Ardara y Glenties y de nuevo nos encontramos con una encrucijada: ¿interior o costa? Podíamos ver la costa con sol ya que los días anteriores había mucha niebla, pero por otro lado sabíamos que en Dunfanaghy empezaba ese mismo día el festival del marisco, y nos apetecía muchísimo. 
Finalmente fuimos por el interior para ahorrar tiempo, y por la R250 atravesamos un precioso valle lleno de ganado, pastores y cortadores de turba en plena acción, que nos saludaban con la mano al pasar el coche, mientras unas nubes salpicadas por la montaña nos ofrecían a la vuelta de cada curva un impresionante arco iris. Nos preguntamos si seríamos capaces de encontrar la olla de oro que guardan los duendes irlandeses al final del arco iris. 



Tan embelesados íbamos que nos perdimos. Intentando tomar un atajo que se veía clarísimo en el mapa nos encontramos en medio de una carretera jurásica, desierta y en medio de la nada, donde aprendimos una gran verdad: en Irlanda no hay que tomar atajos, no, gran error, por ahorrarte tres kilómetros te encuentras media hora dando vueltas por caminuchos sin sentido. 


Casi aplaudimos cuando aparecimos en la N56, y felizmente llegamos a Dunfahaghy, donde un gran cartel a la entrada del pueblo nos invitaba al Seafood Festival 2007. Atravesamos en un abrir y cerrar de ojos el pueblo, que solo tiene una calle principal, y nos alojamos en The Willows, 65€ ( http://www.pervan.de/reiseberichte/Bild*B_B_in_Donegal*27007), en esa misma calle principal. La habitación era preciosa pero el cuarto de baño nos pillo desprevenidos…era tan grande como la habitación y además nunca habíamos visto una mecedora de lectura con su mesita incluida frente a la taza del inodoro. ¿? Bueno, supongo que alguien le encontrará utilidad. 

El pueblo nos encantó e ilusionados como niños preguntamos por el festival. “Sí, empieza hoy, pero hoy es solo para niños, mañana es la gran fiesta”. Y mientras empezábamos a hacer pucheros, a punto de llorar, nos explicaron que el sábado organizaban concursos de castillos de arena, carreras de sacos, carreras de canoas hechas a mano, venta de artesanía, música tradicional por la calle y una gran barbacoa en la plaza donde se repartían toneladas de marisco y sopa de pescado gratis para todo el mundo. 


Tras tirarnos de los pelos un rato, entramos a cenar al hotel Arnold´s, único restaurante en todo el pueblo, donde cenamos de maravilla la típica seafood Chowder, mejillones con nata, pescado con patatas… hummm, todo riquísimo. https://www.arnoldshotel.com/

Al lado, en el pub McColgan´s, tocaba un grupo en directo y disfrutamos el ambiente típico del pueblo mezclándonos con la maravillosa gente de allí. 


 Antes de que comenzaran a tocar los músicos, dos abueletes encantadores se acercaron a charlar con nosotros un buen rato, preguntándonos de donde éramos y qué hacíamos por allí. Cuando se despidieron, nos dijeron que en irlanda todo el mundo es bien venido y que nos apreciaban como si fuéramos de allí. Sinceramente fue una experiencia inolvidable.

Sabado 26

Aunque me levanté intentando hacer chantaje emocional a Joaquin para quedarnos al festival, finalmente no pudimos renunciar al punto culminante del día: la calzada del gigante. 

Desandamos la N56 hasta Letterkenny, y en la n13 paramos a ver Grianan Aileah, un curioso fuerte de piedra con unas vistas alucinantes del lough Swilly y del Foyle. 



Entramos en Irlanda del norte y por la A2 rodeamos Londonderry, enlazamos con la A37 hasta Coleraine y por la A29 hasta Portrush.

 La A2 nos llevó por la costa a la Giant´s Causeway. Nada más llegar no nos arrepentimos del largo camino. 



La bajada por el caminito ya es bonita, pero cuando llegas a los escalones te quedas totalmente impresionado, no te cansas de subir y bajar escalones mirando todos los ángulos posibles desde los que fotografiar la maravillosa formación geológica. 
Una pareja se acercó demasiado a las zonas mojadas y todos nos llevamos un buen susto cuando una inesperada sucesión de olas casi se los lleva al agua. Finalmente todo quedó en un susto, un buen remojón y una cámara estropeada.


 Ya de vuelta paramos en Dunluce Castle, un impresionante castillo sobre la masa rocosa, asomando al mar.



 Había una boda, y los novios y todos los invitados estaban en el castillo haciendo el reportaje de bodas… no sé ni cómo, pero en unos minutos estábamos completamente integrados, haciéndonos fotos con ellos y compartiendo bromas. 
Alguno de los invitados (varones) llevaba el traje ceremonial con el kilt y el plaid. 
Si nos hubiéramos quedado un rato más, seguro que nos hubieran invitado al banquete, pero teníamos mucho camino por delante, así que desandamos hasta Coleraine y cogimos la A29, parando antes a comer en una pizzería, que fue lo único que encontramos de camino. 

Bajamos hasta Armagh, luego por la A3 hasta Monagham, de nuevo en Republica de Irlanda, y la N2 hasta Carrickmacross. 
Queríamos dormir allí por que el pueblo nos pareció muy bonito y tenía buen ambiente, así que comenzamos a buscar casa. Pensábamos que nos costaría por ser sábado, pero no, nos costó muchísimo pero por otras razones: la primera casa tenía los baños compartidos, la segunda casa era preciosa y estaba junto a un lago pero todos los pasillos estaban llenos de tétricas y oscuras imágenes de cristos y vírgenes por todas partes, y la mujer daba miedo, las otras cuatro o cinco casas estaban vacías, nadie nos atendió. Tras dar vueltas durante dos horas por los pueblos cercanos nos dieron las 10 y regresamos con el rabo entre las piernas a la primera casa, donde la mujer, con una cínica risita nos dijo que la habitación costaba 70€, si lo queríamos bien, y si no podíamos seguir buscando. Reprimimos el impulso de borrarle la risita y accedimos. 
Tras el berrinche, paseamos por el bonito pueblo y cenamos de maravilla en un restaurante muy grande y bien decorado de la calle principal.



Domingo 27

La idea era hacer una ruta por los lagos del interior (Cavan, Killashandra, Longford) pero nos apetecía tanto pasar la última noche en Dublín que cambiamos los planes. 

Dedicamos toda la mañana a visitar el centro Brú Na Boinne y las tumbas megalíticas de Knowth y Newgrange. Nos llevó 3 horas y 10,30€, y nos encantaron. 






Comimos en un Steak House en la N2, donde nuevamente nos sentimos completamente integrados con la gente mientras hacíamos fotos a unas preciosas niñas pelirrojas que comían enormes trozos de tarta de chocolate con las manos, mientras los padres se morían de la risa. 


Llegamos a Dublín a media tarde, llamamos al Lyndon House pero estaba completo. Sabíamos que en la calle Gardiner hay docenas de B&B, así que decidimos probar suerte. En el segundo sitio que preguntamos, el Maple, tenían habitaciones con baño por 90 €, más 6€ de parking. 

Cenamos de nuevo en O´Sheas y pasamos nuestra última noche irlandesa de pub en pub, escuchando música en directo y viviendo el ambiente de esta maravillosa ciudad.





Lunes 28

Aprovechamos para repetir algunas de las cosas que más nos habían gustado, como el Trinity o St Stephens green, y dedicamos el resto de la mañana a comprar regalos y recuerdos en la cadena Carroll´s, donde después de comparar varias, vimos que a penas había diferencia ni de precios ni de productos. 


Ultima comida en O´Sheas, donde las camareras ya nos trataban como clientes habituales. 

Cargamos el coche y fuimos despidiéndonos de Dublín lentamente, a medida que nos alejábamos del centro. 
Devolvimos el coche en la agencia y ya en el aeropuerto dimos por concluido nuestro precioso viaje por esta isla que no podemos dejar de alabar. 
Despegamos con un cielo soleado y despejado, irlanda se despedía de nosotros con una sonrisa.













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